Decidió
dejar las persianas cerradas porque el sol del mediodía era intenso. Tomó la
guía de teléfonos y se sentó en el sillón más cercano. Daba vuelta las páginas
con ansiedad, seguro su número estaba allí -pensó. Y se detuvo a observar sus manos:
nunca las había visto bajo esa luz; recordó cuando eran más pequeñas y
descansaban confiadas dentro de los dedos de su padre…
El teléfono
sonó varias veces pero ella ya estaba en otro sitio.
LIGEIA 2006
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