jueves, 31 de mayo de 2012

EL PROGRESO




            Tenía la boca llena de pasta dental, cuando su mujer le gritó desde la cocina que habían cortado el agua. Como pudo se limpió con una toalla húmeda y se dirigió hacia la calle. Miraba a unos empleados manipular caños y máquinas delante de él. Intentó acercarse a uno para averiguar el porqué de semejante despliegue, pero no obtuvo respuesta alguna. Se lo atribuyó al ruido que hacía la máquina excavadora e insistió elevando más la voz. Un empleado de la compañía, harto de tanta pregunta, sólo se limitó a responderle que no se les permitía hablar con gente ajena a la empresa. Su animosidad hacia el sujeto creció y tomándolo de la camisa le pidió a gritos explicaciones. Nada obtuvo. Lo soltó y entró nuevamente a la casa.
            Su mujer lo esperaba para comentarle que no había podido hacerle el desayuno, que debería irse a trabajar sin tomar nada, que si esto seguía así ni siquiera sabía cómo resolvería el tema de la cena, etc., etc. Él sentía que un ruido le llegaba desde lejos…

LIGEIA 2007

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