Tenía
la boca llena de pasta dental, cuando su mujer le gritó desde la cocina que
habían cortado el agua. Como pudo se limpió con una toalla húmeda y se dirigió
hacia la calle. Miraba a unos empleados manipular caños y máquinas delante de
él. Intentó acercarse a uno para averiguar el porqué de semejante despliegue,
pero no obtuvo respuesta alguna. Se lo atribuyó al ruido que hacía la máquina
excavadora e insistió elevando más la voz. Un empleado de la compañía, harto de
tanta pregunta, sólo se limitó a responderle que no se les permitía hablar con
gente ajena a la empresa. Su animosidad hacia el sujeto creció y tomándolo de
la camisa le pidió a gritos explicaciones. Nada obtuvo. Lo soltó y entró
nuevamente a la casa.
Su
mujer lo esperaba para comentarle que no había podido hacerle el desayuno, que
debería irse a trabajar sin tomar nada, que si esto seguía así ni siquiera
sabía cómo resolvería el tema de la cena, etc., etc. Él sentía que un ruido le
llegaba desde lejos…
LIGEIA 2007
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