Mi trinchera no deja de masticar la furia de cuerpos pasados
íntimos de haceres dolorosos en el centro de mi útero
implacables en la casa de las lilas -Alejandra, yo también
muero por las lilas-.
Maracas que irrumpen sobre mi garganta abierta de tanta
muerte
y esqueletos dormidos que piden dónde crecer y reproducirse
hábilmente
sobre un cuerpo nacarado de sortilegios y embriagado de un
mango dulce, hilarante hasta el fin de mi sufrimiento.
LIGEIA2012
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