El libro en la misma página marcada. Mis manos sosteniéndolo
y mis dedos acalambrados por la espera y el deseo de llegar a ella. Una nota al
margen: “ver lo que existe”. ¿Qué habré querido decir aquel día que leí el
libro por primera vez? Sensación extraña: yo, sentada en una silla releyendo un
libro que nunca pude terminar, mareada por oraciones inconclusas y letras que
se deshacen. Parece la historia de alguien que fue y no volvió. Pero, sin
embargo, vuelvo, lo tomo entre mis manos y leo. Finalmente, lo abandono una vez
más. Pienso: “la que dice las palabras difícilmente pueda oírlas”.
LIGEIA 2012
CLARICE LISPECTOR
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