Borrar no fue
posible, pero sí el relámpago en la esquina
y un cuerpo blanco
herido del hechizo
que llegó tarde,
como el charco que pobló un día de sol.
Tu luz negó la llama
y el frío turbó aquella copa delgada
que mecía el vino de
la trata, que gritaba en el interior de un viejo pingüino,
herido de tanta
seca, sofocado.
Borrar no fue
posible, pero sí caer la puerta entre tus dedos
Y un rostro roto
tornado de palabras
que llegó tarde,
como agua a pozo hueco.
LIGEIA 2012
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