La nombró entre la
tierra,
con el calor y la
aspereza del verano.
La buscó entre los
azules y los violetas
que el tiempo le
había preparado.
No le gustó, temió
convertirla en monumento para sus amores
En recuerdo…
olvidarla
Trepó el cerro y la
sostuvo casi muerta,
Dahlia pequeña en
acto de suicidio.
Subió más y desechó
su encanto, quebró el paso y
aconteció el agua en
la frente, en el torso, en el cuchillo.
La pasionaria, la
llamaron
La pasionaria de
amores incompletos, de puertos inseguros, de exilios extinguidos.
Murió mujer, murió
de rojo. Tal vez
“la luna vino a la
fragua con su polizón de nardos”.
LIGEIA 2012
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